24 septiembre, 2024

QUE YO NO PIERDA




Que Dios no permita que yo pierda el romanticismo, aún sabiendo que las rosas no hablan.

Que yo no pierda el optimismo, aún sabiendo que el futuro que nos espera puede no ser tan alegre.

Que yo no pierda la voluntad de vivir, aún sabiendo que la vida es en muchos momentos dolorosa.

Que yo no pierda la voluntad de tener grandes amistades; aún sabiendo que con las vueltas del mundo ellas se van de nuestras vidas.

Que yo no pierda la voluntad de ayudar a las personas, aún sabiendo que muchas de ellas son incapaces de ver, reconocer y retribuir esta ayuda.

Que yo no pierda el equilibrio, aún sabiendo que muchas fuerzas quieran que yo caiga.

Que yo no pierda la voluntad de amar, aún sabiendo que la persona que yo más amo pueda no sentir el mismo sentimiento por mí.

Que yo no pierda la luz y el brillo en la mirada, aún sabiendo que muchas cosas que veré en el mundo oscurecerán mis ojos.

Que yo no pierda la garra, aún sabiendo que la derrota y la pérdida son dos adversarios sumamente peligrosos.

Que yo no pierda la razón, aún sabiendo que las tentaciones de la vida son muchas y deliciosas.

Que yo no pierda el sentimiento de justicia, aún sabiendo que la perjudicada pueda ser yo.

Que yo no pierda mi abrazo fuerte, aún sabiendo que un día mis brazos estarán débiles.

Que yo no pierda la belleza y la alegría de ver, aún sabiendo que muchas lágrimas brotarán de mis ojos y correrán por mi alma.

Que yo no pierda el amor por mi familia, aún sabiendo que ella muchas veces me exigirá esfuerzos increíbles para mantener la armonía.

Que yo no pierda la voluntad de donar este enorme amor que existe en mi corazón, aún sabiendo que muchas veces él será rechazado.

Que yo no pierda la voluntad de ser grande, aún sabiendo que el mundo es pequeño.

Y encima de todo.

Que yo jamás me olvide que ¡Dios me ama infinitamente! Que un pequeño grano de alegría y esperanza dentro de cada uno es capaz de cambiar y transformar cualquier cosa, pues la vida es construida en los sueños y realizada en el amor.

¿De qué nos sirve vivir, sino sabemos respirar? ¿De qué nos sirve soñar, sino somos capaces de hacer realidad nuestros sueños?


Anónimo